Hay que reconocer que los cocodrilos son unos pillines y unos buenos actores que merecerían el Óscar a la mejor interpretación.
Para atraer a sus víctimas emiten unos sonidos parecidos al llanto de un bebé. Los curiosos e ingenuos animales, que acuden a ver lo que pasa, suelen terminar en la barriga del astuto cocodrilo.
Ese falso llanto ha hecho que de alguien que llora sin sentimiento alguno, digamos que lo hace con "lágrimas de cocodrilo".
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